Hasta siempre, peque...




Hoy es un día gris para mí. El peor día de los que recuerdo. Mi corazón está encogido, arrugado y hecho una bolita, de la que no le gustaría salir. Hoy ha muerto Mari Carmen Cuesta, peque, como la llamaban sus trece amigas, sus trece rosas. Hoy he muerto yo también. Ni siquiera puedo escribir, porque un sentimiento de pena, de emoción y de rabia me embarga, pero es más la necesidad que tengo de dejar un testimonio, no es el que se merecería, pero a mi me tranquiliza.
Peque, sé que no te gustaba que te llamasen así, y perdóname por hacerlo, pues no soy nadie, pero tú para mi sí. Sé que Virtudes y tú os recorríais los caminos y los pueblos de Madrid, y subidas es un cajón de madera, gritábais esperanza. Sé que apenas tenías 15 años, pero un sentimiento podía con eso, y arriesgabas tu vida. Sé que os encerraron en menores y no os dejaban salir de la sala, pero tú te escapabas para ver a Virtudes y a Julia; os reíais recordando todo lo vivido.

Has sido mi ejemplo, mi guía. Mis 14 chicas han sido mis heroínas, y lo serán pra siempre. Me habéis hecho darme cuenta de que tengo que luchar, y lo estoy haciendo. Me encantaría haberte conocido, soñaba con eso, pero las circunstancias no lo han permitido. Espero que un humilde gracias baste, pues no puedo decir más.


Al menos, me alegra que te vayas hoy y no te hubieras ido un 5 de agosto, eso me consuela. Me alegra que te quedaras hecha un ovillo en esa madrugada y pasaban las horas.


Espero, que si existe algún lugar en la eternidad, os reencontréis, después de 71 años. Abrazáos, besáos, hace mucho que no es veis, y eran tus amigas.


Ahora, las 14 rosas están juntas para siempre. Gracias Carmen. Vivan las JSU.




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